Es este personaje quien, a través de un trabajo coordinado, consigue el liderazgo, que es definido como el conjunto de cualidades de personalidad y capacidad que favorecen la guía y el control de otros individuos.
Comúnmente se confunde el término, porque la gente cree que al contar con un rango elevado en las empresas, esto los convierte en líderes que saben el rumbo que deben llevar, pero un capitán no es el que maneja un barco, sino aquel que enfrenta las tormentas y lleva su navío a tierra firme.
Por lo anterior, una característica para identificar a quienes tienen una cultura de liderazgo empresarial es encontrar un proceso para influir en otras personas y apoyarlas para que trabajen con entusiasmo en el logro de objetivos comunes.
Por ello, hay que saber identificar los roles que cumplen los empleados dentro de la empresa y diferenciar a un verdadero líder; no es aquel que se dedica a dar órdenes, exige obediencia, vigila el comportamiento de sus empleados y es estricto al hablar de reglas.
Tampoco es aquel que su principal demanda es que los empleados estén a sus órdenes, dictando dogmas y cuyo enfoque es ver sólo sus beneficios, ni se encarga de tomar determinaciones unilaterales, dictar resoluciones y exigir resultados sin pensar en el entorno.
Un verdadero líder establece una meta en común, inspira a su equipo de trabajo, los reta a trabajar por objetivos y siempre avanzar, su principal misión es que los demás busquen alcanzarlo y si es posible superarlo; un líder no tiene miedo a su competencia, al contrario, trata de mejorar constantemente.
Es por ello, que las empresas requieren cada vez más de personas que tengan ese liderazgo empresarial, se pongan la camiseta e impulsen al equipo de trabajo a tener una misma visión, que los lleve a las metas determinadas. Un líder tiene la iniciativa, sabe gestionar, convoca a sus subordinados, los conoce, los motiva e impulsar para que en conjunto consigan un objetivo que los beneficie de forma igualitaria.